La Farmacia Social – patrimonio chivolcoyano
Pascual Grisolía tuvo una actuación decisiva en los pilares de esta farmacia calificada como "la prescursora de las obras sociales"

El Profesor Juan Esteban Zanelli nos guía de la mano a un inquietante viaje al pasado, para conocer la historia de esta emblemática farmacia
En referencia
al artículo sobre el cambio de nombre de la Farmacia Social a Farmacia Mitre,
me gustaría contarles brevemente la historia de esta farmacia, o al menos el
motivo de su existencia.
Creo que no
habrá muchos chivilcoyanos que ignoren las grandes olas inmigratorias que
conformaron el pueblo durante el siglo XIX y, particularmente, esa herencia
italiana que hasta modificó espacios y dio identidad a barrios como el Barrio
del Pito.
Si bien estos
inmigrantes provenían de diversas naciones: italianos, franceses, vascos,
etc.; casi todos los italianos del sur que
llegaron a Chivilcoy se agruparon en lo que posteriormente se llamó el “Barrio
del Pito”, al que transformaron en una “pequeña República de Italia”. Allí una
figura se destacó entre todos esos “tanos” y fue ni más ni menos que don
Pascual Grisolía. Pascual fue consejero, amigo, y por sobre todo, el banquero. Los inmigrantes no
depositaban sus ahorros en bancos, se los daban en resguardo confiando
únicamente en su honradez. También se convirtió para ellos en Gestor de
Permisos, adelantó dinero para embarques y les procuró un espacio para vivir en
aquella “comarca” que fue el Barrio del Pito, allí llegaron a llamarlo “el Rey
sin Corona”.
Grisolía, una
vez afianzado económicamente, fundó la Sociedad de Socorros Mutuos
Italiana el 7 de Julio de 1867 que
luego, por votación de sus miembros, el 20 de marzo de 1868 modificó su nombre
por Sociedad de Socorros Mutuos Operaria Italiana.
En este punto
debemos comprender algunas cosas que hoy parecen naturales o normales, pero por
aquel entonces no lo eran. Estas personas que le confiaban todo a don Pascual se
dedicaban principalmente a ser panaderos, músicos, changarines, sastres,
peones, poceros, albañiles, colocadores de bombas de agua, fleteros, quinteros,
bolicheros y almaceneros, entre otras especialidades obreras. No existía nada
parecido a un Monotributo, aportes jubilatorios y menos que menos algo así como
una Obra Social. Es por ello que estas sociedades de socorros mutuos fueron tan
importantes, incluso algunas veces han servido de trampolín para algún partido
político.
Todos, sin
excepción, aportaban una suma de dinero que no les fuera prohibitiva y la
Sociedad de Socorros Mutuos Operaria Italiana se ocupaba de brindar la
posibilidad a sus asociados de disponer de la asistencia de médicos, farmacéuticos y otras necesidades
primordiales con las que no contaban.
Y aquí es
donde surge la famosa Farmacia Social, sí la misma que existe aun hoy, solo que
se emplazaba en la vereda de enfrente y actualmente se encuentra en manos
privadas, pero originalmente fue fundada para el fin de ser algo así como lo
que hoy llamaríamos “la precursora de las Obras Sociales”. De allí su nombre:
“Social”, ya que para eso estaba, para dar un servicio social a quienes sino no
habrían tenido acceso a medicamento alguno.
Si bien ya en
el siglo XX pasó a manos privadas y perdió por completo ese sentido de
comunidad, al menos mantenía su nombre original, hoy la deberán llamar con otro
nombre. No obstante, el espíritu y esencia de las cosas no se modifican por
cómo se las llama sino que permanecen, se encarnan y existen siempre que exista
alguien que recuerde el por qué de esa existencia. Chivilcoyanos, no importa el
nombre de la farmacia, pero no olviden por favor por qué se fundó, no olviden
que algunos de sus antepasados curaron sus heridas y enfermedades y quizá
alguno de ustedes este hoy en el mundo gracias a eso. Recordemos a la famosa e
histórica Farmacia Social simplemente por esa esencia pionera, por ese interés
por el bien común.
Juan Esteban Zanelli